Y el día llegó.
¿Recuerdas que te lo conté?. Sí, fue en la anterior entrada: https://tomalasriendas.wordpress.com/2014/09/12/de-pequena-queria-ser-pediatra/
El 1 de octubre impartía, para el Instituto Aragonés de Fomento, y dentro de su programa de formación a emprendedores, un módulo titulado: «Capital Humano como Factor Clave de Éxito Emprendedor».
Mientras lo preparaba reflexionaba sobre qué quería aportar y cuál era la conexión con mi propósito, con mis sueños infantiles y me vino claro: de pequeña quería ser pediatra, «cuidar de los niños», y, en definitiva, el adulto no es más que un niño con un traje de mayor.
Infinitas Posibilidades es un maletín de herramientas de intervención diferente: asesoría jurídica, coaching y facilitación de conflictos pero con un denominador común: cuida de las personas que hacen realidad las empresas.
Por eso me parecía importante esta aportación en un programa de formación para emprendedores como la que imparte el Instituto Aragonés de Fomento.
Y mi intuición no falló.
Tuvo muy buena acogida, superó expectativas, removió interiores, se llevó aplausos, pero, lo más importante para mí, fue recibir feedback tipo: «me ha gustado mucho este módulo porque ha humanizado el programa»
Guauuuuu.
Y es que no podemos olvidarnos que nuestros proyectos emprendedores, nuestras empresas, pueden ser muy importantes, de hecho se llevan la mayor parte de nuestro tiempo y posiblemente de nuestro dinero pero no nos pueden fagocitar, no pueden terminar con nosotros, no podemos dar la vida por ellos, porque somos más que lo que hacemos, porque lo que hacemos es sólo una parte de lo que somos, de nuestra esencia.
Por eso me parece esencial que nos cuidemos, que nos prestemos atención y que compartamos el camino, esencialmente, para trabajar con esas «bombas emocionales» que nos hacen daño.
Sí. Es cierto. Lo recorremos sólos. Las decisiones son nuestras. Las consecuencias también las soportaremos nosotros. Pero vivimos en sociedad porque necesitamos del otro para «darnos cuenta». Los otros, de hecho, son nuestros grandes maestros. Lo que vemos ahí, lo tenemos aquí. Lo que elogiamos ahí, forma parte de aquí. Lo que detestamos ahí, también tiene cabida aquí. En lo que has hecho tú, me reconozco yo. Cuando te lo cuento a tí, hallo la respuesta en mí.
Así que emprendedor, por favor, cuídate, préstate atención, haz caso a tu cuerpo y a los mensajes que te manda y déjate acompañar, toma tus decisiones pero expresa en voz alta tus dudas, inquietudes, miedos, porque entonces salen de tí, del rincón donde no tienen espacio para ser resueltas, y llegan a la vida, y la vida, tiene todas las respuestas.
Y ya sabes que si en algo puedo contribuir, estaré encantada de acompañarte en tu camino.
Porque los negocios no suelen fracasar por falta de competencias técnicas de sus emprendedores, sino debido a motivos mucho más mundanos: problemas personales, desavenencias con los socios, falta de sentido común, exceso de expectativas, miedos,…
(Fernando Trías de Bes en «El libro negro del emprendedor»)